«El mal de ojo existe»
El mal de ojo está «plenamente vigente» en el siglo XXI y existe en «todos» los niveles sociales y económicos, incluyendo a jueces, arquitectos, políticos o médicos que siguen acudiendo a curanderas, según la investigación que ha desarrollado el antropólogo Pedro Pablo Salvador.
En una entrevista con Efe, Salvador ha desgranado parte de la investigación, que ha llevado a cabo durante seis años para elaborar su tesis doctoral sobre el mal de ojo en la provincia de Toledo, que ha defendido en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
«La creencia en el mal de ojo está plenamente vigente en el siglo XXI. Es una patología popular que existe en todos los niveles socioeconómicos, absolutamente en todos, gente con titulación universitaria cree en el mal de ojo, da igual el nivel de renta y no es un fenómeno eminentemente rural sino que también se da en el ámbito urbano», asegura.
Este antropólogo ha investigado el «síndrome cultural» del mal de ojo en una treintena de municipios de Toledo y ha entrevistado a curanderas, pacientes, médicos de la medicina oficial y enfermeros.
En primer lugar, define el mal de ojo como «la creencia de que una persona, por el mero hecho de desearte mal o halagarte, puede producirte enfermedad o malestar» y matiza que es algo que no solo afecta a las personas sino también a las plantas, por ejemplo, a las cosechas.
«Los antropólogos no juzgamos las creencias, no entramos a valorar si es verdad o mentira el mal de ojo, lo que sí analizamos es el efecto sociocultural que existe», matiza.
Bajo esta perspectiva ha constatado que hay especialistas en rituales (curanderas, que en su mayoría son mujeres) y una comunidad «que sabe o que piensa que alguien puede producir o tener mal de ojo».
Salvador ha encontrado que jueces, arquitectos, políticos de Castilla-La Mancha, maestros e incluso médicos y enfermeros acuden a curanderas para que les cure el mal de ojo, y asegura que esta realidad forma parte de «nuestro patrimonio cultural» y «permite comprendernos» dentro de nuestra realidad cultura.
Al final, lo que subyace en esta realidad no tan alejada es «cómo gestionamos nuestras emociones, cómo vivimos en sociedad y cómo articulamos las relaciones amparándonos en el mal de ojo».
Este investigador cita que hay «muchísimos amuletos» que se utilizan de forma habitual contra el mal de ojo, como la ‘mano de Fátima’, la ‘cruz de Caravaca’, la ‘figa’ (un puño cerrado con el dedo pulgar entre el dedo índice y el corazón) o el ‘ojo de turco’.
«Muchísima gente lleva amuletos contra mal de ojo, a lo mejor pueden ser reminiscencias del pasado pero es también cultura popular que utilizan para protegerse», explica, ya que el mal de ojo es la afección dentro de la medicina popular «con mayor vigencia y con mayor permanencia en nuestra cultura».
Salvador, que ha realizado su investigación desde la antropología médica, recalca que el mal de ojo es tan antiguo como la humanidad y, de hecho, se han encontrado tablillas cuneiformes de Mesopotamia que hablan de un posible mal de ojo y hay multitud de referencias a lo largo de la historia, desde la Biblia hasta Roma.
En pleno siglo XXI, «este peso de la tradición prevalece» y configura «lo que se llama el mundo de las creencias», porque más allá del pensamiento positivo el hombre vive «inmerso en una tradición» en la que la religión, las creencias o incluso la superstición, «muy entrecomillado», ha tenido un peso «importante», algo que se ha transferido de padres e hijos y sobrevive.
«Creo que el ser humano necesita, a veces, explicarse el mundo, necesita explicarse la vida y las complejidades y como no encuentra respuestas en el campo de la ciencia más ortodoxa se agarra a otras formas de explicación, que son más míticas, más mágicas y que, al fin y al cabo, han configurado la existencia del ser humano desde los albores», afirma.
EFE
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