ENTREVISTA EN ABC MAL DE OJO

© ABC Toledo
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«Hay políticos en Toledo que van a mirarse el mal de ojo cuando se acercan las elecciones»

 

En la actualidad, el miedo al mal de ojo es algo más común de lo que se piensa. «Se da en todas las esferas sociales, me lo han dicho las curanderas: jueces, arquitectos, aparejadores, maestros...». Lo dice, en conversación con ABC, el antropólogo toledano Pedro Pablo Salvador, cuya tesis doctoral «El mal de ojo en Toledo», una exhaustiva investigación en la que ha conversado con más de un centenar de curanderos de la provincia, ha originado un gran interés.

 

—¿Y los políticos, temen también al mal de ojo? ¿no será cuando se acercan las elecciones

 

—Pues sí. Cuando llega el periodo electoral va más gente a ver a las curanderas.

 

—¿Tiene constancia entonces de que hay políticos de la provincia o la capital, del ámbito municipal o parlamentario, que creen en el mal de ojo?

 

—Tengo constancia de que hay políticos que van a que les miren el mal de ojo, pero lo mismo hay médicos, como ingenieros o arquitectos...

 

—¿Gente formada a un alto nivel cree en el mal de ojo?

 

—Así es. Aunque no es un fenómeno mayoritario, hay personas que creen en ello. Unos van al médico, otros al farmacéutico, otros al curandero. Son los itinerarios terapéuticos, que en antropología es el recorrido que hace una persona desde el momento en que siente una aflicción hasta que sana.

 

—¿Cuántos curanderos hay en la provincia de Toledo?

 

—No he hecho un censo, pero hay muchísimos, superan el centenar. En la provincia de Toledo hay 900 municipios y en cada uno de ellos hay al menos una persona que opera en este campo. Por un lado están los curanderos, que practican la sanación sin titulación académica y al margen de la medicina; y luego hay otras personas que saben diagnosticar el mal de ojo, gente que generalmente no cobra, porque si cobras pierdes la gracia, pierdes el don, la inmanente —que cuando naces la tienes— de curar.

 

—¿Si alguien no cree en el mal de ojo le pueden echar uno?

 

—Te pueden echar un mal de ojo, sí.

 

—Se lo pregunto como autor de la tesis: ¿cree que el mal de ojo existe como una realidad demostrable?

 

—Existe en la medida en que en las personas que creen en el mal de ojo hay en ellos una serie de efectos claros, biológicos, cefalea, dolor de cabeza; o que tiene mala suerte, por ejemplo, si se le secan las plantas, o se les estropea una cosa. Esa creencia existe. Yo, como antropólogo, no juzgo la creencia, ni analizo si es verdad o no, sino los efectos socioculturales.

 

—¿Hay pueblos donde la creencia en el mal de ojo es más fuerte?

 

—En Villasequilla, Villaseca, Torrijos...en todos sitios. El mal de ojo es una creencia que está en toda la sociedad. Villasequilla es un buen ejemplo. Allí puede ir cualquier persona que quiera que le pasen las oraciones de sanación, siempre que la pidas un Jueves o un Viernes Santo. Te las facilita la persona que cura el mal de ojo, que al menos son 20 curanderos. Si una persona cree tener un mal de ojo muy fuerte, le hacen el rito del aceite, una especie de oráculo, una forma de diagnosticarlo. Ponemos dos vasos, uno de agua y otro de aceite; metemos el dedo índice o el corazón en el de aceite y dejamos caer unas gotas en el agua. Si las gotas quedan separadas, no hay mal de ojo; si se van juntando y se funden en una, lo tienes; y si desaparece el aceite en el agua, el mal de ojo es muy fuerte.

 

—¿Y en Toledo capital?

 

—Sí, hay curanderos de mal de ojo. Solo hay que preguntar, en casi todos los barrios hay una curandera.

 

—¿Hay gente que prueba por probar?

 

—Sí, y otras que se lo miran sin saber que se lo han mirado. Mujeres que llevan cabellos del marido a la curandera para que les diga si tiene mal de ojo. También pueden mirártelo por teléfono, siempre que sepan quién eres. La distancia no influye y la magia trasciende tiempo y espacio; no responde a parámetros racionales, sino a lo simbólico. Hay gente que cree que si un niño pequeño muere, es que le han echado mal de ojo. Aunque pensemos que esto pertenece al pasado, que está superado con la medicina actual, la creencia persiste y hay una parte significativa de la sociedad que cree en ello, y en los curanderos. Que se lo pregunten a Julián de Sonseca, o a Mercedes de Polán, que no para de quitar herpes.

 

—¿Cuál es el caso más asombroso que ha conocido?

 

—El de una chica de Toledo capital que fue a la curandera de Polán hace un año y medio porque creía que tenía mal de ojo; pero no lo tenía, e incluso le dijo que había dos personas que la estaban protegiendo. En su infancia, la chica había conocido a dos vecinos que la querían mucho. Y buscando, llegó a un pueblo de Andalucía donde habían vivido. Entró en la casa, y a los pies de la cama había una foto suya grande. El mal sentimiento que tenía es que habían muerto y no se habían despedido de ella. Entonces, con ese hecho simbólico de ir a la casa, fue consciente del cariño que le tenían y de que esas personas, toda la vida, la habían estado protegiendo. La chica me lo cuenta y se pone a llorar. Recuperó su vida y se siente feliz. 

 

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